Con mucha pena dijimos adiós al paraíso de Ancud para seguir bajando por la isla. A unas 2h al sur está Castro. Esta es una ciudad en el centro de la isla bastante agradable pero se nota que es más ciudad. Tiene más tiendas, bares, restaurantes y sobre todo tráfico.
La suerte en Castro es que encontramos couch en el único posible en toda la isla. La particularidad de este couch es que es una familia chilena compuesta por Ana María (la miembro del CS), su marido y sus 3 hijos (de 25, 21 y 16 años).
Después de mostrarnos donde estaba su casa nos fuimos a dar un paseo por Castro. La parte más bonita de Castro es una zona residencial a orillas del río.
Y la catedral de madera de Castro que se encuentra en la plaza de armas.
A la hora de cenar quedamos con Ana María que iríamos a su casa para cocinar y cenar todos juntos. Estuvimos cenando caldereta, un plato muy parecido al cocido nuestro. Y luego charlando y riendo con la familia. La verdad es que es una familia muy divertida y pasamos un buen rato.
Al día siguiente decidimos ir a hacer un poco de senderismo por el parque nacional de Chiloé. Este se encuentra en la parte más este de la isla. Así que 1.30h de bus hasta allá.
Había varios senderos de diferentes longitudes pero decidimos hacer los más cortos ya que había alguno de 8h caminando que te tienes que quedar a acampar. Así que hicimos uno que se llamaba las dunas. Se iba caminando adentrándose en la pampa hasta llegar a una playa desierta.
La playa estaba llena de conchas. Según nos comentaron antiguamente se enterraban a los difuntos cubiertos por estas conchas.
Luego estuvimos haciendo un poco el gilipollas por las dunas, escalando, tirándonos...vaya como niños.
Como las 2h de este camino se nos hicieron para poco decidimos hacer otro sendero de otra hora. La verdad que eso de caminar con la mochila me está haciendo cada vez mas fuerte. Sin problemas andamos una media de 6h al día y sin cansarnos.
Lo divertido fue a la vuelta ya que nos encontramos con Julieta (la argentina con la que compartimos host en Valdivia). Así que todo el viaje de vuelta hablando y me estuvo dando consejos de como bajar hasta el fin del mundo.
Por la noche y debido a que el día anterior cocinaron ellos, nos tocó a Ben y a mi. Por lo que estuvimos haciendo una comida mexicana para la familia (enchiladas, burritos, guacamole, etc.).
Finalmente el jueves llegó y Ben tuvo que volverse para Santiago, su novia le espera en Colombia. Cuidate hermano, me lo he pasado de puta madre. Incluso me regaló un libro que tenía de Sudamerica que me vendrá de maravilla para saber por donde tirar.
Pero bueno, esto se sabía cuando decidimos viajar juntos. Ahora con optimismo a afrontar el resto del camino.
Y llegó el primer chaparrón. Mientras esperaba haciendo dedo al bus cayó el aguacero universal y la verdad...me calé hasta los huesos a pesar del poncho. Esperando vi que salía un bus hacia Chonchi y lo cogí solo por no mojarme. De Chonchi otro hasta Quellon que es de donde sale el ferry el viernes. Sinceramente, en Quellon, no hay nada. Calles sin asfaltar, vaya nada de nada para pasar el rato. Así que a leer el libro de rutas y mirar que tengo por delante.
El paseo marítimo de Quellon.
El viernes ha dar un paseo de 4 horas hasta uno de los fines de la carretera Panamericana.
Las vistas de Quellon desde el otro lado de la bahía.
Luego ha hacer tiempo para coger el ferry que me cruce a Chaitén.
Al fin, el viernes por la noche cogí el ferry para cruzar de Quellón a Chaiten.
Finalmente el jueves llegó y Ben tuvo que volverse para Santiago, su novia le espera en Colombia. Cuidate hermano, me lo he pasado de puta madre. Incluso me regaló un libro que tenía de Sudamerica que me vendrá de maravilla para saber por donde tirar.
Pero bueno, esto se sabía cuando decidimos viajar juntos. Ahora con optimismo a afrontar el resto del camino.
Y llegó el primer chaparrón. Mientras esperaba haciendo dedo al bus cayó el aguacero universal y la verdad...me calé hasta los huesos a pesar del poncho. Esperando vi que salía un bus hacia Chonchi y lo cogí solo por no mojarme. De Chonchi otro hasta Quellon que es de donde sale el ferry el viernes. Sinceramente, en Quellon, no hay nada. Calles sin asfaltar, vaya nada de nada para pasar el rato. Así que a leer el libro de rutas y mirar que tengo por delante.
El paseo marítimo de Quellon.
El viernes ha dar un paseo de 4 horas hasta uno de los fines de la carretera Panamericana.
Las vistas de Quellon desde el otro lado de la bahía.
Al fin, el viernes por la noche cogí el ferry para cruzar de Quellón a Chaiten.